9 de agosto

Al final pasó lo inevitable y se me terminó de cruzar el recado con el amigo Ambraa. Desde hace unos días que venía observando que mis alojamientos eran sistemáticamente más caros que lo que decía Lonely Planet, lo que no me pareció extraño porque la guía es del 2008 y las diferencias estaban en el orden del 30%, así que mi pensamiento iba más para el lado de la debilidad del dólar y la inflación en Tugriks. Pero igual algo me hacía sospechar cada vez que mi conductor mongol (más conductor que nunca) se ponía a negociar las estadías en los guesthouses. Sobre todo porque después de Yolin Am dejó de cocinar su comida y a partir de Bulgan no volvió a dormir en su van, sino que lo hizo en un ger. El cuento en cada localidad era siempre el mismo, que había un guesthouse de un amigo, etc, etc… cada vez que quise probar en uno diferente, por un motivo u otro, fue imposible. Mis suspicacias incluso se vieron reforzadas por alguna sorpresa al momento de pagar. Me pasó en Ongiin Khiid que la cuenta fuera de casi 10.000 Tugriks más, ya que me cargaron las comidas que yo había interpretado que estaban incluidas. A partir de ahí cada vez que arreglábamos un nuevo hospedaje terminaba especificando que el monto acordado cubría todo, cosa que ya hacía antes, pero ahora lo enfatizaba.
Karakorum – Tanto va el cántaro…
Karakorum – Tanto va el cántaro… Hasta ese momento pensaba que los "operadores" de los guesthouses alojaban a los chóferes como parte de una devolución de atenciones. Llegamos a Karakorum, donde la manager del Anar Ger Camp habla inglés fluidamente, por lo que la participación de Ambraa fue mínima y arreglamos en U$S 15 por dormir y U$S 7 una comida. Llega el día de partir, luego de dos noches de estadía y de parranda de Ambraa con sus amigos músicos. Lo busco al muchacho y me aparece de la casa de los músicos ya con olor a alcohol a las 9 am. Carga con los bolsos y se va hacia la playa de estacionamiento y yo a pagar. Cuál no sería mi sorpresa cuando veo que debo pagar todo, pero por dos!! Dude entre no pagar y hacerlo venir, pero opté por pagar y arreglar el tema con Tselmeg, que es la operadora turística con la que armé el viaje y a quien le pagué el alquiler de la van. Finalmente se lo cobraría a ella y listo. Subimos a la van y veo que el combustible que el día que llegamos a Karakorum estaba por la mitad ahora está casi en cero. Ahí le tiré las dos juntas, pero entre las dificultades lingüísticas y las ganas de no terminar en una pelea, escuché sus explicaciones y guardé gélido silencio. Compramos (me hizo comprar, mejor dicho) hoshoor (que son una empanadas de carne fritas que chorrean aceite por fuera y grasa de cordero por dentro) para el almuerzo más tarde y partimos al lago Ogii Nuur. Yo seguí en silencio todo el camino, bajando la radio cada vez que el volumen me molestaba y tratando de disfrutar del paisaje, que además no era nada del otro mundo comparado a lo que ya había visto.
Cuando nos alejábamos de Karakorum reviví la sensación que tuve cuando iba de Ankara a Gordion. Sentí que todo lo que miraba era exactamente igual a como había sido, tanto cuando Ogedei erige la ciudad, en este caso, o como cuando Alejandro realiza su marcha de conquista en el caso de Turquía. Traté de imaginarme como habría sido Karakorum, en el valle del Orkhon, clavada contra los primeros faldeos de las montañas. Por qué justamente ahí? El río, razones estratégicas, visión imponente ante el viajero que arribaba? No lo sé. Pero sí siento eso, que salvo la ciudad que ya no está, todo permaneció igual a entonces. Me di vuelta y creí ver a Karakorum como quizá la vio Ogedei 900 años atrás. El mismo espacio verde, las mismas montañas, los mismos pastores en los mismos gers, el mismo río. Nuevamente aparece la corriente hipnótica de los planos del tiempo.

En el camino está el Museo Khushuu Tsaidam. Éste es un estupendo museo puesto en el medio de la nada, mejor dicho en el lugar de las excavaciones. En esta zona se encontraron estelas, esculturas y diferentes objetos del Imperio Turco del siglo VI. La civilización turcomana que se extendió por toda Asia Central y llegó hasta el Mediterráneo estuvo originada también acá. Los mongoles hablan, y con propiedad, de 3 imperios, el Huno, el Turcomano y el Mongol. El hecho es que las excavaciones han sido un esfuerzo conjunto de Mongolia y Turquía, lo que dio como resultado este maravilloso museo a 45 kilómetros de Karakorum y un camino asfaltado impecable. Evidentemente los turcos han puesto alguna moneda…. Me sorprendió Karakorum al mostrar los dos museos mejor puestos que he visto hasta ahora en Mongolia.
Karakorum – Tanto va el cántaro…
Karakorum – Tanto va el cántaro… Empezamos a andar por unos faldeos suaves de sierras, el GPS me marcaba la cercanía del lago, el paisaje en sí no era para nada inspirador. Al final, tras una última cuesta aparece el lago en una olla entre sierras romas. Llamarlo lago ya es una pretensión importante. Es un espejo de agua no más grande que la laguna de Chascomús sobre una superficie semiárida y absolutamente pelada, sin un árbol, ni nada. Sólo se ven los gers de los guesthouses y los Ger Camps. Mi mal humor subió varios grados en la escala correspondiente. Ambraa me dijo triunfante: "Ogii Nuur!" Y yo le contesté, en mi mal ruso, "Nos vamos ya!". Al principio no entendió nada y enfiló a un guesthouse, cuando estaba por entrar le dije que no, que nos íbamos. Empezó a argumentarme y a resistirse, pero al ver que yo me mantenía firme me preguntó que a dónde quería ir, seguro de su triunfo. Le dije que apenas era medio día, que nos fuéramos al Parque Khogno Khan, pensando yo que había un camino directo. Y ahí apareció un dato que no tenía, para ir a ese parque debíamos volver a pasar por Karakorum. Para qué me lo habrá dicho? Sobre el pucho le dije que ya nos volvíamos y que esa noche dormíamos en el "Anar Ger Camp". A ver si volvía a dormir en un ger… La verdad es que me la cobré bien cobrada. La desesperación de él por convencerme de ir a cualquier otro lado fue casi exagerada. Hasta llegó a ofrecerme un guesthouse de un amigo gratis. Me mantuve en mis siete y él decidió almorzar los hoshoor, cosa que yo no hice, estaba de genuino mal humor como para comer nada, pero si saqué una nueva botella del pack de agua.
Cuando me agacho para hacerlo veo que debajo del asiento hay una botella de vodka medio vacía, o casi. El atorrante había venido tomando en mis paradas "culturales" y ahora no quería manejar más porque sabía que estaba dado vuelta como un zoquete! Finalmente pegamos la vuelta y, cosa rara en él como ya saben, empieza a manejar muy despacio. Subimos al asfalto y de 80 baja a 60, a 50 y… comienza a quedarse dormido, pero absolutamente dormido. La ruta estaba vacía, así que no me preocupé demasiado y menos a esa velocidad, íbamos a menos de 40. Ya al borde de su desesperación más absoluta me pide si puedo manejar.

A lo que, obviamente, accedo con alivio. Muy divertido con este cambio me saca unas fotos manejando su van. Llegamos a Karakorum , él dormido como un bebe, roncaba y todo, y yo encaró a la oficina de Telecom, la llamó a Tselmeg, la pongo en autos, manejo hasta el Ger Camp, la veo a la gerente, quien medio que se ríe al vernos llegar y le aclaro que sólo estoy dispuesto a cubrir mis gastos. Supongo que mañana iremos al Khogno Khan.
Karakorum – Tanto va el cántaro…
End of the story?? Nooo. Seguro que hay más y que este novelón trae cola.
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